La mera expresión de la opinión es un acto casi revolucionario

 

Pensiones insuficientes, corrupción política, demagogia, utilización partidista de problemas que afectan a grandes sectores de nuestra sociedad, micro indignaciones diarias, ….Francamente, la realidad mediática es deprimente. La polarización existente en el discurso de los políticos, que no discurso político, hace que el ambiente en el que se desarrolla nuestro día a día sea irrespirable. Opinar se torna un ejercicio de agresión constante e involuntaria. La mera expresión de la opinión es un acto casi revolucionario, suicida quizá. No estar alineado con tal o cual sector te condena al fuego cruzado; opinar en libertad, te asegura el ostracismo, tanto en Atenas como en Esparta.

La polarización hace que el acto reflexivo (¿?) sea más fácil, que el tuit no tenga que escribirse sino simplemente re-tuitearse, en definitiva, la polarización nos exime de la responsabilidad de valorar la coherencia argumentativa y la bondad factual de aquello que se nos presenta a nuestro juicio. A base de tanto delegar, olvidamos nuestra responsabilidad con nosotros mismos.

Ya en 1992, mi muy admirado Fernando Savater escribía lo siguiente en Política para Amador:

Quiero serte franco: vivir en una sociedad libre y democrática es algo muy, pero muy complicado. En el fondo, los grandes totalitarismos de nuestro siglo (comunismo, fascismo, nazismo y los demás que vengan, si es que aún falta alguno) son intentos de simplificar por la fuerza la complejidad de las sociedades modernas: son enormes simplezas, simplezas criminales que intentan volver a algún beatífico orden jerárquico primigenio en el que cada cual estaba en su sitio y todos pertenecían a la Tierra Madre y al Gran Todo Común.

Quizá la polarización no sea otra cosa que una simpleza tamizada por el signo de los tiempos: la demagogia absoluta.

Pascual Pérez-Paredes