La inmovilidad es propia de la especie animal, no de la nuestra

marina

 

El ser humano muestra algunas insistencias sorprendentes. Crear es una de ellas. […] Animal de lejanías o de profundidades, desde que surgió como especie nueva le acomete la incesante comezón de innovar, de ir más allá de la información dada, la inagotable necesidad de ampliar sus posibilidades. […] Si nos resulta difícil comprender que algunas culturas se hayan mantenido estancadas, varadas en la edad de piedra, repitiendo secularmente formas de vida, creencias y técnicas, es porque tal inmovilidad es propia de la especie animal, no de la nuestra.

José Antonio Marina, Dictamen sobre Dios. Barcelona: Anagrama, p.5.