Steven Pinker “Why should I live?”

One student asks Why should I live? 

In the very act of asking that question, you are seeking reasons for your convictions, and so you are committed to reason as the means to discover and justify what is important to you. And there are so many reasons to live! As a sentient being, you have the potential to flourish. You can refine your faculty of reason itself by learning and debating. You can seek explanations of the natural world through science, and insight into the human condition through the arts and humanities. You can make the most of your capacity for pleasure and satisfaction, which allowed your ancestors to thrive and thereby allowed you to exist. You can appreciate the beauty and richness of the natural and cultural world. As the heir to billions of years of life perpetuating itself, you can perpetuate life in turn. You have been endowed with a sense of sympathy—the ability to like, love, respect, help, and show kindness—and you can enjoy the gift of mutual benevolence with friends, family, and colleagues. And because reason tells you that none of this is particular to you, you have the responsibility to provide to others what you expect for yourself. You can foster the welfare of other sentient beings by enhancing life, health, knowledge, freedom, abundance, safety, beauty, and peace. History shows that when we sympathize with others and apply our ingenuity to improving the human condition, we can make progress in doing so, and you can help to continue that progress. 

Steven Pinker. Enlightenment Now: The Case for Reason, Science, Humanism, and Progress.

Lorenzo Silva: Leer

Está llegando el momento de decirlo sin ambages ni medias tintas, sin paños calientes ni mentiras piadosas: quien renuncia a la lectura -la que se produce ante un texto compuesto con exigencia y contenido, en un ejercicio de análisis, reflexión e introspección– para suplirla con el sucedáneo nimio del mariposeo por las ventanitas digitales y audiovisuales deja de utilizar una parte de su cerebro. Y no una parte cualquiera. De ella brota el pensamiento crítico, la captación de matices, la comprensión de realidades complejas y de los problemas que suponen un desafío verdadero; aquellos que van más allá de la dificultad mecánica y necesitamos resolver. Nos lo recuerda un lector: ya estamos más allá de la evidencia intuitiva, la neurociencia empieza a certificarlo y a dar la voz de alarma. Hay que leer. Nos jugamos mucho.

Lorenzo Silva

XLSemanal, 30 de octubre de 2018

La mera expresión de la opinión es un acto casi revolucionario

 

Pensiones insuficientes, corrupción política, demagogia, utilización partidista de problemas que afectan a grandes sectores de nuestra sociedad, micro indignaciones diarias, ….Francamente, la realidad mediática es deprimente. La polarización existente en el discurso de los políticos, que no discurso político, hace que el ambiente en el que se desarrolla nuestro día a día sea irrespirable. Opinar se torna un ejercicio de agresión constante e involuntaria. La mera expresión de la opinión es un acto casi revolucionario, suicida quizá. No estar alineado con tal o cual sector te condena al fuego cruzado; opinar en libertad, te asegura el ostracismo, tanto en Atenas como en Esparta.

La polarización hace que el acto reflexivo (¿?) sea más fácil, que el tuit no tenga que escribirse sino simplemente re-tuitearse, en definitiva, la polarización nos exime de la responsabilidad de valorar la coherencia argumentativa y la bondad factual de aquello que se nos presenta a nuestro juicio. A base de tanto delegar, olvidamos nuestra responsabilidad con nosotros mismos.

Ya en 1992, mi muy admirado Fernando Savater escribía lo siguiente en Política para Amador:

Quiero serte franco: vivir en una sociedad libre y democrática es algo muy, pero muy complicado. En el fondo, los grandes totalitarismos de nuestro siglo (comunismo, fascismo, nazismo y los demás que vengan, si es que aún falta alguno) son intentos de simplificar por la fuerza la complejidad de las sociedades modernas: son enormes simplezas, simplezas criminales que intentan volver a algún beatífico orden jerárquico primigenio en el que cada cual estaba en su sitio y todos pertenecían a la Tierra Madre y al Gran Todo Común.

Quizá la polarización no sea otra cosa que una simpleza tamizada por el signo de los tiempos: la demagogia absoluta.

Pascual Pérez-Paredes

 

No hay que degradar para educar. Sobre el #piropo y los animales.

El piropo, el “piropo español”, es, sin duda, una muestra de machismo y de falta de respeto hacia la mujer desde una supuesta superioridad masculina.

Tiene que acabarse y lo hará con seguridad con el tiempo, la educación y los cambios en nuestra sociedad.

Dicho lo cual, me parece que usar a los animales y la degradación de los mismos para erradicar este comportamiento denota desconocimiento y falta de ideas. Un suspenso a la Junta de Andalucía por su falta de imaginación y sensibilidad. No hay que degradar para educar.

 

Presente imperfecto: la burocracia del desapego y el trámite de la indiferencia

 

 

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Source: The Guardian, Photograph: Petros Giannakouris/AP

Idomeni, Greece
A girl looks out from her tent at a train station as she and her family wait to be allowed to cross the border into Macedonia. The bottleneck of refugees in Greece escalated this week as regional officials spoke of a humanitarian crisis on the state’s northern border, where 14,000 men, women and children were estimated to be trapped as a result of Macedonia sealing the frontier

 

Lejos de aportarme un convencimiento sereno y reconfortante sobre nuestra realidad, cumplir años me produce desasosiego mientras veo cómo la demagogia triunfa en el discurso público, y cómo, en nuestras actividades privadas, nos comportamos con crueldad e indiferencia con nuestros semejantes. El trato dado a las personas que huyen de la guerra en Siria es el epítome del fracaso de las generaciones de occidentales que, cual mal estudiante que acude a wikipedia para entender a Sartre sin leerle, no hemos podido, tras el desastre de la Primera y Segunda Guerra Mundial, asegurar un futuro mejor, más humano, más noble para nuestros hijos y nietos.

En las pequeñas cosas de la vida, la amabilidad y la ayuda ofrecida en situaciones de necesidad merecen el comentario y el elogio extenso en conversaciones con amigos, tal es su escasez. El desdén, la burocracia del desapego y el trámite de la indiferencia abundan por doquier. ¿Es este el futuro soñado o el presente imperfecto declinado por un colectivo tan egoísta como insensible?